Las Preguntas de un Empanadero.

Hasta la segunda mitad de la década de los 80 del siglo pasado, existió en Carora una venta de empanadas donde todo, absolutamente todo, era muy curioso. Originalmente e negocito empezó a funcionar frente al Cine Bolívar, a lado de Zapatería Caracas. El local tenía forma de triángulo y de allí el origen del nombre que lo distinguió. Después fue mudado cerca de su sitio original, pero siempre cercano al cine. Vendían unas empanadas más  o menos buenas, rectangulares, baratas y grasosas. Omar Perozo las recuerda por un picante demasiado  gustoso que allí servían.  También vendían plátanos rellenos con queso. Su propietario-administrador, Agustín Colmenarez, natural de El Cují de Aregue, era todo un personaje de novela. Los caroreños lo bautizaron con el sobre nombre  de El Muergano.
     Nuestro personaje no era un empanadero más del montón. Cuando llegaba un “fresco planteándole le fiara algunas empanadas se negaba con “ uyu llave y el copete…? Mientras trabajaba bebía cerveza muy fría y escuchaba radio en la frecuencia 1.140. Conversaba de deporte, de cultura general y de política. Estaba inscrito en COPEI y de ello estaba orgulloso.  Alrededor de 1960 viajó a Madison City, Estados Unidos, contratado por unos jóvenes caroreños “pieles rojas” que iban al norte a estudiar y no podían vivir sin comer caraotas. De los cuatros caroreños sólo el cocinero aprendió bien el inglés y no se le olvidó el castellano. Esta habilidad le servirá más tarde para ser contratado por Don Antonio Herrera G; como chef y traductor en los negocios del Cardenales de Lara BBC. El 10 de marzo de 1967, cuando llegó a Carora el Dr. Williams J. Haast, el culebrero más arrecho del Mundo, con la misión de salvarle la vida al niño Francisco J. González P;, de Burere, fue Colmenarez quien sirvió de traductor.
      Agustín Colmenarez solía criticar  la publicidad y los tips de Radio Carora y opinar sobre las noticias del momento. Para ello mantenía encendido siempre un radio receptor Sanyo muy bueno  que le vendió Terú. Uno por uno sometía a una demoledora crítica semiótica los tips de la radioemisora pionera de Carora. Cuando escuchaba, por ejemplo, el tip “para los que siente la hora…”, tip que Radio Carora tomó de Radio Apolo de Turmero, Colmenarez decía: “y cómo se puede sentir una hora…? Sólo se puede sentir una sensación, una temperatura, un olor. ¿Con que sentido se siente el tiempo…? Cuando en la Radio de los González sonó el tip “Radio Carora, la radio que se ve..” este empanadero trasmutado en critico mediático  arremetía; “… no faltaba más  una radio que se ve. ¿Cómo se puede ver un sonido?. Uno puede ver una imagen, la TV que es imagen…”  Radio Carora cierta vez lanzó una campaña promocional. Se oía la voz de Soledad: “Radio Carora… una radio dulce…” Contra este; Colmenarez argüía algo más o menos así: ¿cómo puede  ser dulce una sensación que sólo se percibe con el sentido del oído?...”
   Donde quizás el mayor rigor analítico derrochaba  nuestro personaje era en aquel tip: “Radio Carora; una radio feliz” . Argumentaba: “¿Cómo puede ser feliz una radio? ¿Cómo puede ser feliz ese conjunto de discos, de antenas, de micrófonos? Que yo sepa sólo pueden ser felices los seres humanos que tenemos alma, cuerpo y corazón…”
     Quizás desde otro lugar Colmenarez debió haber sometido al paredón a la onomatopeya cacaliana, muy pegajosa, pero susceptible de  crítica idiomática.
    Agustín Colmenarez cerró su negocio a fines  de los años 80. Se fue a vivir al asilo de Ancianos donde asumió con dedicación desinteresada el cuidado, la alimentación y la higiene de los más viejos.  Luego se asiló en la casa del Adulto Mayor de Aregue donde continuó su labor humanitaria. Hoy es tributario de la tierra. No tenemos información sobre la fecha ni la circunstancias de su muerte.
   Hoy en Carora, de noche no hay cine ni empanadas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por qué inventaste el término “cacaliana” para favorecer a KKlo, cuando lo correcto debió ser:
Fe de e “ratas”
"Quizás desde otro lugar Colmenarez debió haber sometido al paredón a la onomatopeya CACALERA, muy pegajosa…"
Att.
Ab. A. Pocrifo.

Anónimo dijo...

Otra vez.
No es Agustín "el muérgano", lo correcto y para mantener la veracidad histórica debió ser: Agustín "LA MUÉRGANA"
Ab. A. Pocrifo.