El Hombre que encarecía el amor

La explotación del petróleo vino a transformar la vida  del país y a trastocar hasta las fibras morales de la nación venezolana. Los que de alguna manera  se favorecieron con el negocio petrolero pudieron mejorar sus condiciones de vida y  a quienes por el contrario no los chispió la bonanza petrolera siguieron viviendo como el la Venezuela, salvaje, agraria y miserable que muy bien describe Rómulo Gallegas en sus novelas.

      Muchos fueron los torrenses que emigraron al vecino estado Zulia, huyendo de la miseria local, en busca de mejores condiciones de vida. Emiliano Montero fue un caballero de Pie de Cuesta que se fue a trabajar a Mene Grande. Allí logró engancharse en la Shell para la cual trabajó como encuellador. Ganaba, para los años 40,  la bicoca de Bs. 340,oo mensuales. Una platá si se se toma en cuenta que el sueldo de un maestro de escuela era de Bs. 72,00 mensual.

     Emiliano Montero nació fullero y en el Zulia se le acentuó su gusto por las cosas buenas y caras. Pero lo que aquí queremos resaltar  era lo que acontecía  cuando este caballero, de visita, llegaba a Pie de Cuesta en vacaciones. Llegaba  con plata en el bolsillo y ostentando los coroticos que mostraban su prosperidad.

  La llegada de Emiliano, además de muy anunciada por sus familiares, era esperada  por muchos con agrado y por algunos otros caballeros con muy poco agrado y simpatía. Su llegada al pueblo causaba casi el mismo furor que la visitas del obispo. Este apuesto caballero aparecía vestido con paltó oscuro de gabardina Western de Raymond, camisa blanca almidonada, bufanda al cuello, lente anti-sol Ray Band, calzaba zapatos de dos tonos al estilo Jonnhy Pacheco, lucía diente de oro al estilo Ramonzote Pernalete; se bañaba con colonia Jean Marie Farina. Y lo más impactante de todo esa parafernalia de la fuyería era su cámara Kodak  que le colgaba del cogote. Imagínese Usted amigo lector lo impactante que debió ser retratarse en Pie de Cuesta en 1940.   Con esa pinta – dice Frank Montes- no había mujer en todo el Municipio Manuel Morillo que se le resistiera a Emiliano Montero. Tanto su porte exterior  como su psicología era la de un dandy americano.  En las fiestas del pueblo era donde Emiliano se sentía a sus anchas. Aquel hombre que parecía ser Mauricio Babilonia causaba todo un furor al bailar con su paso La Tijereta o bailando Juancito Trucupei.

     Un buen día de diciembre se supo en Pie de Cuesta que aquel ostentoso y pantagruélico caballero había introducido un elemento de perturbación en el mercado amoroso del pueblo. Con él al amor y el sexo se encarecieron. Las  muchachas decentes del pueblo, soñando con Emiliano, se hacían las duras con los galanes locales, con los mal pagados maestros de escuelas (y sin IPASME)  que ya eran los galanes del pueblo. Entre las mujeres de la vida alegre, hoy llamadas prepago, era donde se producía el mayor impacto alcista. Montero, acostumbrado a los altos precios del sexo petrolero de los night clubes,  les pagaba el triple por servicios sexuales o tiraita.  En Pie de Cuesta para aquella época las mujeres de la vida fácil cobraban Bs. 5,00 por polvo y Montero las pagaba 20 o 25 bolívares. De manera pues que cuando un piedecuesteño solicitaba los servicios de esas mujeres se encontraba con una tarifa incrementada en un 300 por ciento.  “Eso es lo que me da Emiliano” era la repuesta que se conseguía con el revire de tal alto precio.  ¡ y ¿cómo competía un maestro mal pagado y sin IPAS con los precios petrolero de Emiliano?

      De entre tantas mujeres alegres que sirvieron a Emiliano algunas fueron bautizadas por él con nombres del argot petrolero: “La Gabarra”, La 7 tuercas. “y cómo sería esa que llamaban La Chupadora” se pregunta Frank Egidio Montes, gran admirador de nuestro personaje. 

       Como todo trabajador petrolero, Emiliano Montero aprendió a jugar béisbol. Dicen que no era muy bueno en eso. Para embasarse recurría a la táctica de dejarse golpear con la bola en el codo para lo cual tenía un curioso swing.   Con el tiempo, un poco ya viejo, Emiliano regreso a vivir a Pie de Cuesta. Traía consigo algunos ahorros y el arreglo de la Shell. Lo empezaron a llamar Don Emi  como muestra de consideración y respeto.  Compró una hacienda con el rimbombante nombre de El Chimborazo, y  montó un botiquín muy famoso “Villa Carmen  y como todo campesino rico y platudo se  inscribió en COPIE  donde gozó de la estima de los dirigentes regionales. Algunos viejos aún le recuerdan con su cabellera rejuvenecida con tricófero de Barry comprado en los comisariatos de las petroleras. Hasta sus años postreros Emiliano Montero se distinguió por su educación y su buen vestir. Murió a mediados de 1996; debió haber nacido en 1913.

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