Coinciden los grandes antropólogos en señalar que la primera conversión del hombre sobre la tierra consistió en tomar el barro de la ladera, la arcilla del suelo, y trasformarla en un enser doméstico, votivo o figura humana. Aquello, desde el amasado de la arcilla, el secado hasta la colocación en la pira para nuestro antepasado del neolítico debió resultar una especie de encantamiento, un acto divino y de magia. Y es precisamente ese acontecimiento cultural que tuvo lugar hace mas de nueve mil años se repite en el taller “Primitivo” de Bruno Crespo, en la calle Sucre de El Torrellas, donde era el botiquín de Requena, su padre. Y así como para el hombre del Neolítico no había diferencia entre faber y ludens, entre trabajo y juego tampoco para Bruno y sus ayudantes hay diferencia entre trabajo, juego y placer cuando le dan forma a la arcilla y la transforman en auténticas obras de artes.
Y es que provoca verlos “jugar” con el barro. Impresiona la destreza y habilidad con que este artesano de postín logra convertir la arcilla amorfa en ánforas, figuras humanas o cualquier otra pieza decorativa o utilitaria. Y que artesano auténtico no es cualquiera. Se nace artesano y Bruno nació con ese don que luego perfeccionó con estudios de la mano del maestro Candido Millán. El toque final a su arte se lo da un horno a gas que en su interior puede arder a la misma temperatura del corazón del sol como me dijo una vez el propio Bruno.
Sin que ello sea una hipérbole hay que decir que la transformación del barro el arte en el taller “Primitivo” ocurre en medio de un proceso o un ambiente casi místico, pues allí palpita la creación, se percibe la belleza; y en todo ello, el “supervisor” del trabajo del taller le da un toque de misticismo, de magia: Chus, el de Marbella como le decíamos los muchachos hoy cuarentones a esa pareja de personajes rústicos atravesando El Torrellas. Y es que Chus, hoy jubilado como botador de escombros y basura, con su silencia hace pensar que hay algo que trasciende la materia. La presencia de Chus en el taller de Bruno Crespo le quita al arduo trabajo del barro su carácter burocrático, alienante y agotador; y si ello no es suficiente Bruno incorpora cocuy de penca a la jornada laboral; lo que el no sospecha es que así debió hacer el trabajo alfarero de nuestro antepasados indígenas. El trabajo con el barro nos hace volver la mirada al pasado y a las cosas sencillas porque como bien lo dijera el filósofo griego, Empédocles, "de todas las cosas cuatro son las raíces: Fuego, Agua, Tierra y la altura inmensa del aire. Todas las cosas de tales raíces surgieron; los que serán y las que fueron".
Con barro, agua, fuego y una habilidad que le es innata, Bruno Crespo hoy por hoy ha conquistado los mercados artesanales y nacionales e internacionales. Con barro, agua y fuego, en una armoniosa empresa cuasifamiliar, nuestro amigo enaltece el nombre de la Patria Chica con los objetos artísticos que le logra sacar a la arcilla y al talento. Arte, Tradición y mística se conjugan en sus piezas. Eso si sus piezas cuestan un ojo de las cara. Solo los muy fulleros y los muy platudos le piden botellas personalizadas para envasar su cocuy. Eso no es óbice que Bruno haya colocado varias de ellas en los bares particulares de los caroreños más exquisitos.
Aunque él no lo sabe; a este artesano, que ya es internacional, podríamos decir sin exageración que su don, su afán por el barro, su destreza con las manos, le vienen por una vieja tradición alfarera que viene a conjugarse con la vocación por las cosas sencillas que tienen los auténticos artistas. Bruno en su artesanía incorpora talento, sencillez y amor por el trabajo para lograr piezas inigualables y de una belleza extraordinaria. Hasta el propio nombre del taller lo delata: Primitivo; una palabra que nos evoca al hombre el neolítico jugando con barro para construir una olla o una figura antropomórfica.
Bruno Crespo y su taller Primitivo, en Venezuela, son hoy sinónimo de arte y belleza cuando de artesanía se trata.
Este Torrellero que vive en La Osa contagia a sus amigos con su amor por el barro. Suele recurrir a la cosmogonía judeo cristina para referirse a origen de la humanidad:” Dios hizo al hombre de barro…hacer una pieza de arcilla es un acto creador y divino; como lo hizo el mismo Dios…” Naguara…
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